- * YuneA * -

..every night I see the world bleed..

miércoles, 19 de enero de 2011

Mareándolo todo un poco...

"Jack no es el mismo, eso es evidente... Apenas cruza sus ojos con los míos, no me habla, no quiere saber nada de mí, ¿tan mal he hecho en salvarle? Por qué sólo me entiende Morganna y aún así me dice que esta mal... -paré un momento a reflexionar, todo lo que había pasado desde que desperté empezaba a ser demasiado-. He matado a un vampiro, resucitado a otro y desafiado el curso de la historia... mm... no está mal, realmente supero mis meteduras de pata a un ritmo asombroso. Quizá Elanore tenga razón y deba volver a cambiarlo todo; Lord no va a volver a ser el mismo y eso me duele casi tanto como pensar en la idea de que..."

- Yunea... tenemos que hablar.

Me dirigí a la puerta mientras terminaba mi copa y la abrí: era Lord.
- Pasa...-ambos entramos-, dime¿qué ocurre?
- Yuny -comenzó a hablar mientras acariciaba mi rostro-, se que no quieres que muera; pero ambos sabemos que ése era mi destino y que al cambiarlo has alterado el futuro de maneras inimaginables... por favor te ruego que...
- ¿Por qué tengo que cambiarlo? Lord, te amo -rompí a llorar y lo abracé-, no quiero separarme de ti... no otra vez.

Lord no dijo nada, se limitó a abrazarme. Su silencio era puro dolor para lo que me quedaba de alma; yo no sabía qué podía decir, mi actitud era muy egoísta; pero... ¿por qué tenía que volver sacrificar a la persona amada por cambiar las cosas a mejor? ¿Qué motivo podría tener después de todos los años de sufrimiento que había pasado a lo largo de mis vidas humana y vampírica? No, me negaba a ello; el Universo tendría que encontrar otra manera de arreglárselas sin la muerte de Lord.

- Yunea, tendrás que hacerlo - suspiró profundamente, se separó de mi y prosiguió-. Lo que no sabes acerca de usar la sangre rúnica para cambiar el pasado, es que tiene consecuencias: el resultado final acaba siendo una lucha entre el usuario y lo que pretende cambiar. Lo que significará que de aquí a un tiempo, será inevitable que uno de los dos diabolice al otro.

Me alejé de él y observé su expresión: realmente decía la verdad.
"Diabolizarnos... ¿realmente vamos a acabar así?"

- De acuerdo, me arriesgaré pues a ello -Lord me miró sorprendido-. Si con esto puedo estar contigo un poco más, valdrá la pena... aunque ello signifique mi propia muerte.
- Estás loca.
- Sí, por tí. La gente suele llamarlo amor.
- Yunea, si te digo esto es porque te amo y no quiero hacer esto; por favor, vuelve al pasado y déjame morir...
- Si el caso fuese al revés... ¿tú me dejarías morir?

Lord estaba preparado para contestarme y lo habría hecho si no fuese porque, en ese preciso instante, Elanore irrumpió en la habitación:
- Mi niña, debemos irnos, vienen a por ti.

Lord y Elanore se pusieron manos a la obra con el dispositivo de emergencia que parecían tener preparado por si esto ocurría. Yo, sin apenas saber qué hacer, saqué una maleta y guardé armas, ropa y sangre de la despensa como intento de preparación ante lo que pudiere pasar una vez nos hubiésemos ido. Una vez terminé de prepararme, fui por Réginald y me dirigí a la entrada, Morganna, Chase, Lord y Elanore estaban preparados y esperándome junto a la puerta:
- Bien, ¿estáis preparados para hacer el ritual de sangre?
- ¿Ritual de sangre? -Me quedé sorprendida-. ¿De qué se trata?
- Todos tenemos que ofrecer un tributo de sangre para activar el pasadizo al siguiente escondite, esta vez, nos iremos a París.

Sin demora, todos ofrecieron su sangre a las runas de la puerta, asi que observé e imité a mis compañeros de viaje.
Aún trato de recordar cómo me desmayé y que pasó durante el camino a nuestro nuevo escondite; sólo sé que, cuando desperté, me encontraba tendida en el suelo de una lujosa mansión victoriana, decorada con rosas negras, arañas y calaveras sobre todo.

- Mi cabeza... -observé cuanto me rodeaba. Todo me parecía demasiado bello para ser verdad; si aquello era el paraíso o un sueño; no quería volver a la vida ni despertar.
- Yuny... ¡por fin has despertado! -Morganna vino corriendo a levantarme- ¿Qué? ¿Está todo tal como lo recordabas?
- ¿Recordar? ¿Acaso yo he estado aquí antes?
- Yuny... -su cara se tornó en una expresión de sorpresa y preocupación- Esta es tu casa, La Mansión Black Roses...
- ¿QUÉ ÉSTA ES MI QUÉ?

Y, por patético que resulte contarlo... me volví a desmayar.

A las horas, me desperté, esta vez estaba tendida en una lujosa cama con forma de ataúd rodeada de cortinas de encaje con motivos de rosas sangrantes y cruces célticas invertidas. Volví a quedarme embobada con la decoración, parecía sacado de una película de la época victoriana todo... salvo la cama.
Me incorporé y me dirigí a un espejo que estaba tapado con una tela negra. Inquietada, por recordar una situación parecida al despertar de mi sueño humano, examiné la tela cautelosamente antes de quitarla del espejo... efectivamente, era otro vestido y yo estaba completamente desnuda ante ello.

Me vestí y me observé atentamente en el espejo: mi aspecto físico era totalmente distinto, salvo por la forma de mi rostro. Mi pelo era corto y rojizo, mi estatura había aumentado, mis ojos ahora eran de color sangre y mis labios estaban pintados con un negro carmín.
El vestido que me cubría, de tonos morados, negros y granates, tenía corsetado en los laterales y la espalda y la falda tenia varias capas de tul y encaje superpuesto, realmente era precioso y me hacía parecer una muñeca de porcelana.

Busqué por la habitación en busca de algún complemento que cubriese mi cuello, no me costó demasiado esfuerzo; a los pies del ataúd había una cajita que contenía unos mitones de encaje negro, unos zapatos granates y un collar con pedrería morada. Me miré al espejo y, una vez satisfecha con la imagen que me ofrecía, abandoné la habitación en busca de un buen trago de sangre y una compañía a juego.

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